jueves, 4 de junio de 2015

NO TE QUIERO

 Ayer, cerca de las 17 horas comenzó en todo el país, la marcha Ni una menos, convocada a través de las tan poderosas redes sociales. Pidiendo justicia, y al grito que le da nombre, los argentinos se concentraron en contra del femicidio. Urgente causa, teniendo en cuenta que en nuestro país muere una mujer cada 30 horas de acuerdo al último triste relevamiento, aunque, personalmente, creo que la situación es aún más grave que lo que dicta una estadística.
 No hace falta un gran ejercicio de memoria para recordar los tantísimos casos de violencia de género y femicidios que los medios dieron a conocer en los últimos meses. Violaciones, vejaciones, asesinatos, violencia en sus múltiples formas. Cada vez más preocupante prender el televisor, cada vez más doloroso salir a la calle, sabiendo que hay una menos. Aberrante que, mientras miles de argentinos pedían por el derecho a la vida de todas las mujeres, Patricia, correntina de 16 años, fue asesinada a puñaladas por su padre, y su mamá Noemí, herida por el mismo hombre. 
 En vano marchamos, si no paramos a reflexionar sobre nuestra realidad. Salir a la calle en masa, con carteles y cantos, para pedir que no nos peguen, que no nos maten, que nos respeten. Increíble. Hombres y mujeres, gritando para que no me mates, no me pegues, no me maltrates. Para que me respetes, me cuides, me ames. Cada vez más sorprendida de mi querido reino del revés, donde la justicia injusta suelta a los violadores e inadaptados, y tengo que salir a pedir por mí, por ella, por todas. Porque un corrupto no pensó que la próxima puede ser su esposa, su hija, su madre. Y si le cabe el poncho, póngaselo hombre.
 Las mujeres, cada vez más independientes, más propias. La mujer luchó para votar, para tener igualdad en lo laboral, que cada vez lo conseguimos más. Para decidir con quién estar, a quién amar. Hoy vemos mujeres en altos cargos ejecutivos, líderes de empresas y naciones, líderes autónomas de familia. Con tantas oportunidades, y ayer marchamos por el derecho a vivir. Escuchemos. Por el derecho a vivir. En pleno siglo XXI, era de la información, los derechos humanos debieran ser un cuento contado. Pero no. Abramos un poco los ojos, salgamos del cascarón. Años luz nos separan de ser la raza más evolucionada. Años luz.
 ¿Por qué, hombre, te tomás la libertad de decidir por mí? Como mujer, esta realidad no puede afectarme más. Tantos derechos. ¿Por qué no el de transitar sin la amargura de que me grites algo indecible? ¿Por qué no el de tener la tranquilidad de que puedo denunciarte y seguir viviendo? 
 Todas las manifestaciones espontáneas y autoconvocadas, plasman el deseo del país que queremos. El deseo colectivo de estar mejor. Suerte que cada vez somos más los que elegimos unirnos, esperanzador fue ver, sin importar condición social, ideología, raza y sexo, gente uniendo voluntades. Agrupaciones distintas, colores diversos. No quiero verte más en los noticieros, no quiero tu foto en las redes sociales, no te quiero desaparecida. No quiero tu historia en mi cabeza, que no es otra historia. Es tuya, mía y de ellos.
 Una vez más, escribiendo desde el dolor. Desde zapatos ajenos. Ayer se marchó por culpa de algunos, y de los que miran para otro lado. Por la mujer, pero inevitablemente por todos. ¿Será que vivimos en un país con buena gente? Seamos ese país.

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